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Baladas para un atraco

by Joaquín Pascual

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1.
El Plan 03:25
El señor F tenía un plan. No sería un viejo como los demás. El señor F quería acción. Lideraría una revolución. Un asalto en la recta final. Una vida extrema en el extremo ya. Cuando nadie lo esperaba. Ese es el momento de dar la cara. El señor F tenía un plan. No sería un viejo como los demás. El señor J se unió al plan. Y los señores M, T, P y B . Todavía no han empezado pero muy pronto empezarán. La revolución del señor mayor Una vida nueva antes de morir La revolución del señor mayor Una vida intensa antes de morir La revolución del señor mayor Una vida extrema antes de morir
2.
La noche previa intentó escapar. Nadie escapa amigo mío. Solo hay un camino. Solo un final. Alguien te dará un beso. Cuando llegue el momento. No temas por eso. Todos tienen miedo. Aunque no lo digan. Hagamos una fiesta. En esta noche previa. Mañana seremos ricos. Ya no querremos nada. Mañana, ricos. Ya no sabremos nada. Desapareceremos. No dejaremos rastro. Los primeros días Hablarán de nosotros. Después se olvidarán. Y eso habrá sido todo.
3.
El atraco 03:54
Planes de futuro. Atracos a mano armada. El dinero de los bancos. El retiro espiritual. Héroes polvorientos. Viejos polvorientos. Drogados y polvorientos. El retiro espiritual. El amor y la amistad. Juntos cerca de la muerte. La emoción cada mañana. Juntos cerca de la muerte. Sin destino y sin rumbo. Juntos cerca de la muerte. La emoción cada mañana. Juntos cerca de la muerte.
4.
Qué nos va a pasar Cantaba la Buena Vida No podemos contestar Pero es buena la pregunta Un hueso de aceituna Un disparo al escapar Te despido con la mano Saliendo por el portal Nos citamos en el puente A la salida del sol Era un día bueno y radiante Perfecto para la ocasión Pusimos rumbo al norte Hacia las nubes del horizonte Nos miramos a los ojos ¿quién podría regresar? Nos queríamos de verdad Nuestro plan ya estaba en marcha Lo demás es todo incierto Dejemos un final abierto
5.
6.
El accidente 03:05
Un accidente en la carretera. Dos coches chocan de frente. La atracción. La destrucción. Vuelan las piezas y los cristales. Rebobino la cinta Lo vuelvo a ver. Las piezas vuelan al revés. Los coches de nuevo por la carretera. Chocan de frente como se espera. Chocan una y otra vez. Es un duelo infinito. Son la cara y la cruz. Uno el bien y otro el mal. Un accidente en la carretera. Un accidente en mi cabeza.
7.
Dejamos una cruz clavada. Es lo que podíamos hacer. Yo recordé aquel lugar por si algún día quería volver. Ese recuerdo se hizo hielo. Ese hielo me congeló. Se volvieron fríos los días. Se quedó fría mi voz. Adiós tengo que irme. Todos me esperan hace tiempo. Adiós tengo que irme. El sol calentará mi cuerpo. Llevaba una cruz clavada en el centro de mi corazón. Una cruz de hierro frío. En el centro de mi corazón. Ese hierro se hizo hielo. Ese hielo me congeló. Se volvieron fríos los días. Se quedó fría mi voz. Adiós tengo que irme. Todos me esperan hace tiempo. Adiós tengo que irme. El sol calentará mi cuerpo.
8.
El presente 04:29
Ahora que estamos vacíos Cruzamos corrientes y ríos Este es un pacto entre amigos Y todo será diferente. Qué mal nos sienta el presente Merece ser olvidado Nos esperan corrientes y ríos Ahora que estamos vacíos. Ahora que estamos vacíos Lanzados quedaron los dados Y nos salieron dos cincos Estaba todo calculado. Como locos aventureros Que miran e invocan al cielo Cruzamos corrientes y ríos Que un día estuvieron vacíos. Como cuando escribíamos letras En los bares en servilletas Todo es futuro y pasado El presente se queda olvidado. ¿Te acuerdas de las pesetas? ¿De aquel concierto que nunca cobramos? Todo es futuro y pasado El presente se queda olvidado.
9.
Parecía que en cualquier momento estallaría como una bomba de relojería. Mis pensamientos eran cables sueltos echando chispas, haciendo ruidos e interferencias. Solo quería llegar a casa. Sentirme a salvo. Tomarme algo. Cerrar los ojos. Empezar de cero como si nada. Soy culpable de lastimarme, De hacerme heridas, de torturarme. En ese instante, vi mi condena Mi propia cárcel, mi propia culpa, mi propia pena. Y solo quería llegar a casa. Sentirme a salvo. Tomarme algo. Cerrar los ojos. Empezar de cero como si nada.
10.
Lo bueno 04:12
Es posible que lo bueno esté más cerca ahora que nunca. Este es mi pensamiento Tras muchos años en la Tierra. Lo bueno es la alegría. Es lo contrario de lo malo. Lo bueno es lo que nos calma. Lo que esperamos cada día. Quizá nunca estuvo lejos Y en todos esos largos viajes solo quería alejarme. Porque yo no podía verlo. Quiero hacer un juramento Frente a este tronco ardiendo En el calor de nuestra casa Abrazado a ti me quedo. Sé que estarás pensando Que estoy arrepentido Y te estarás equivocando Pues volvería a repetirlo Y pensarás que es el final Que ya todo ha terminado Y te estarás equivocando Pues lo bueno está empezando.

about

El 1 de marzo de 1986, Clark Olofsson cumplía condena en una prisión belga. Aquella mañana estaba eufórico porque al fin se iban a publicar sus memorias y eso le proporcionaría la fama mundial que ansiaba. Como un cruce entre Jim Morrison —sin la música— y Ted Bundy —sin la depravación—, guapo, hedonista y dotado con un encanto innato, Olofsson ya gozaba de reconocimiento en su país natal, Suecia, sobre todo gracias a su participación en el célebre atraco de Norrmalmstorg, en agosto de 1973. This charming man pasó seis días en el interior del Kreditbanken, situado en unala céntrica plaza de Estocolmo, con su compinche y los cuatro rehenes del atraco —dos mujeres y dos hombres—, y se lo pasaron pipa: comieron, bebieron, bailaron y follaron ante el estupor de la policía. Una de las rehenes llamó al primer ministro Olof Palme para decirle que ordenara a su estúpida policía su puesta en libertad, la de ellos y la de los dos atracadores. Así nació lo que se conocería como síndrome de Estocolmo.


En realidad, el término no se consolidó hasta un tiempo después. En 1974, Patty Hearst, nieta de un multimillonario estadounidense, fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación, una pequeña organización de extrema izquierda. El magnate pagó el rescate, consistente en el reparto de comida entre la población más pobre de California por valor de seis millones de dólares, pero Patty no volvió a casa. Al abuelo se le quedó cara de bobo cuando vio una fotografía de su nieta de 19 años armada con un fusil AK-47 durante el atraco a un banco: Patty se había unido al ESL, decidida a hacer la revolución. Su sueño se vio frustrado cuando la capturaron al año siguiente. En 1976, se celebró su juicio. La defensa trató de argüir el síndrome de Estocolmo para conseguir su absolución, aunque sin éxito. Sin embargo, poco después, aquel nuevo trastorno psicológico estaba en boca de todo el mundo.

Para entonces, a Clark Olofsson le comía la rabia. No es que le importara que su hazaña hubiera acabado dándole nombre a una patología; lo que le molestaba es que esta no llevara su apellido: el síndrome de Olofsson. Para colmo, la gente no lo relacionaba con él sino con una mocosa revolucionaria pija y arrepentida. Por eso, aquel 1 de marzo de 1986 se despertó creyendo que al fin había llegado su momento de gloria; aunque aún no había cumplido los 40, el libro en el que narraba una existencia consagrada a las estafas, los atracos a bancos y otros robos y, sobre todo, a ser un vividor, estaba terminado y listo para ser publicado. Ese día iba a firmar el contrato, el libro sería un best seller y él se haría famoso en el mundo entero. Seguramente habría una película; estuvo pensando en qué papel podría interpretar. Entonces llegó la visita que esperaba. Su editora venía desde Suecia, y enseguida le dio una noticia que le sentó como un puñetazo en el estómago: la noche anterior Olof Palme había sido asesinado. El país entero estaba conmocionado y de luto por el respetado estadista acribillado cobardemente en la calle mientras paseaba con su esposa. En consecuencia, a nadie le interesaban ahora las andanzas de un delincuente que se comportaba como una estrella de rock. La editorial echaba humo tratando de acelerar la publicación de un volumen que recopilara los mejores discursos del Primer Ministro interfecto. El libro de Olofsson se quedaba en un cajón sin ser publicado.


Los criminales que quieren ser famosos tienen algo en común con los cantantes que tienen demasiada prisa por convertirse en estrellas: a ambos se les nota demasiado, y por ello se les suele acabar pillando.

II
La Mancha, algún lugar, 2022. Los señores J y F llevan décadas escribiendo canciones, muchas canciones. Algunas de ellas se cuentan entre las más preciosas escritas nunca en español. Y aún les quedan muchas por escribir. Nunca se han hecho ricos con la música, tal vez afortunadamente. Pero ahora planean un retiro digno, para cuando se hagan viejos. No les quiero destripar el plan, para eso tienen esta joya de álbum entre las manos. Pero sí quiero acuñar un término. Esto es el síndrome de Albacete:

Muchos criminales siguen estos pasos: primero delinquen, lo hacen una y otra vez, luego van presos y finalmente buscan redimirse escribiendo un libro, abrazando alguna fe o estudiando derecho. El síndrome de Albacete implica el camino inverso, que empieza con una vida consagrada a escribir canciones y termina con el atraco a un banco. Esta transición se produce de forma natural, por extraño que parezca. Para entender este punto conviene observar los paralelismos que presentan acciones que, a priori, nos pueden parecer muy diferentes.

Pocas cosas desprenden una belleza tan parecida como las canciones y los atracos a bancos. Se podría decir que ambos son, en esencia, actos de amor. De muchas canciones emana una suerte de justicia social; de los atracos, una justicia poética. Y viceversa.

Las canciones se escriben desde la intimidad, pero ocurre a menudo que brillan más cuando las interpreta una banda. Los atracos pueden perpetrarse en soledad, pero cuando interviene toda una banda de atracadores pueden rozar la perfección.

Los atracadores suelen utilizar armas, aunque a veces estas son de juguete. Las canciones se interpretan con instrumentos musicales, y a veces son de juguete.

Hay gente presa por haber atracado un banco. Hay gente presa por cantar una canción.

Los nervios antes de entrar en acción, el nudo en el estómago, las palpitaciones, el miedo a que algo salga mal, a que falle una sola pieza y lo eche todo a perder, la ansiedad paralizante, la sensación de peligro, de que cualquier cosa podría ocurrir en los siguientes minutos… E inmediatamente, cuando comienza la acción, comprobar cómo se disipa todo lo anterior y aparece la adrenalina, la emoción del momento y la certeza de que ya no hay vuelta atrás y de que hay que seguir hasta el final pase lo que pase. Es lo que sucede antes y durante una actuación en directo. Una sintomatología análoga a la que padecen los atracadores cuando se disponen a entrar al banco y una vez que comienza el atraco. En ambos casos se trata de un espectáculo.

En el síndrome de Albacete, finalmente, no ocurre que los rehenes simpatizan con los atracadores, sencillamente porque no hay rehenes. Hay público, como en los conciertos cuando este forma parte activa de las canciones que están sonando, las reinterpreta, deja que le emocionen o que le perturben, baila, llora o ríe con ellas. En el SdA no hay rehenes porque la gente se une a los atracadores y sucede lo mismo que cuando una canción es cantada a coro por toda una audiencia. Son atracos corales.

No, nunca se es demasiado viejo para escribir una canción ni para atracar un banco. Y así como le cantamos a lo que nos duele, atracamos aquello que nos hace daño.

Y ahora escuchen, pues lo bueno está a punto de empezar.

credits

released October 24, 2023

Grabado y mezclado con Paco Loco en el Puerto de Santa María entre enero y junio de 2022.
Masterizado por Mario G. Alberni en Kadifornia Mastering.
Todas las canciones compuestas por Joaquín Pascual
excepto “El Presente”, por Joaquín Pascual y Carlos Cuevas.
El título de este disco es de Borja Iglesias.
La portada, de Pablo Errea.
El prólogo del libreto, de Nacho Vegas.

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